
fieles y devotos comienzan a pesarse en romana, y dar como ofrenda o exvoto la equivalencia del peso en trigo o especies a la Cofradía, para así contribuir a los gastos que ésta tiene durante todo el año porque también ayudaba a emigrantes y menesterosos. Los "Pesos", como se le llama a esta ofrenda, tiene lugar el día de la fiesta, cuando la imagen del Crucificado se traslada en Procesión de su Ermita a la Iglesia, donde permanece hasta que es llevado otra vez a su ermita, donde permanece el resto del año, ya que en muy contadas ocasiones y por circunstancias muy especiales sale de ella.
Tras las primeras décadas del S.XX, la Cofradía del Cristo de la Salud vivió años de esplendor y una gran devoción de los habitantes de la localidad y foráneos de las poblaciones cercanas.
Entre los años 1930-1936, durante la II República, la Cofradía del Cristo de la Salud continuó con sus actos religiosos a pesar del momento delicado de ésta época, se continuaba celebrando su Cabildo General para la elección de los cargos directivos. La Cofradía costeaba el entierro y las misas de los hermanos difuntos y durante estos años se continuaron celebrando las Fiestas de Santiago como era habitual: Bajada de la imagen el día 24, fiesta solemne el día 25 y subida de nuevo a la Ermita el 27, (actualmente el día 28) en el que se contrataban los servicios de las bandas de música de Torredelcampo, Torredonjimeno y la más afamada la de Baeza cuyo director José Pozas dejó buenos recuerdos en los años en los que participó en las fiestas.
Durante éstos años se celebraron las Fiestas sin asistencia del Ayuntamiento. Además la imagen se procesionó en rogativas debido a los años de fuerte sequía, lloviendo intensamente el día de la Procesión.
Por aquella época era Hermano Mayor D. Luis Jiménez Aranda, conocido como Luis "el Secretario", formando la Junta de Gobierno entre otros Luis Mendoza, Pedro María Sandoica (Mártir de la Fe), José María Bautista y siendo camarera de la Cofradía María Jiménez, sobrina del Hermano Mayor. En la víspera de la bajada se trasladaban a Jaén en el coche de Bartolomé Rivas "El Hojalatero", para encargas unos canastos de flores naturales que se colocaban en las andas para las procesiones y luego eran quitadas y trasladadas a la sacristía en lebrillos con agua, para que aguantaran durante todos los días de fiestas.

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